Me sorprendió encontrarme hace poco con una noticia de la que extraigo lo que sigue:
Destacadas figuras eclesiales del Reino Unido han decidido transmitir por televisión en directo debates y encuestas para resolver disputas doctrinales pendientes entre las diferentes denominaciones eclesiales.[…] El primer ‘round’ a cinco bandas podría darse ya en 2017 entre los Arzobispos de Canterbury (anglicano) y Westminster (católico), el presidente de la Conferencia Metodista, el moderador de la Iglesia Reformada Unida y el presidente de la Unión Bautista de Gran Bretaña. [….]
Las principales cadenas televisivas, BBC, ITV, Sky TV y Davel, están mediando en el debate con vistas, también, a fijar los derechos exclusivos de la serie de debates. […] Algunos líderes eclesiales creen que la irrupción del debate televisado «Ecumenism – Live!» [así se llamaría el programa] alterará sustancialmente la percepción que del cristianismo se tiene entre los escépticos. […]
Cada debate, comenzando por el primero sobre la «Naturaleza del bautismo en contexto posmoderno», será evaluado sólo a título indicativo mediante una encuesta telefónica y otra online, antes de que los líderes emitan en secreto su voto ponderado. Los resultados serían anunciados en fecha a decidir. […] *
¡No está nada mal para una sociedad que se supone ‘ultra-secularizada’ como la británica! Realmente, no sé si finalmente el proyecto llegará a buen puerto, o sea, a materializarse, pues las peleas eclesiales bien podrían hundirlo. Pero el hecho de que grandes cadenas crean en las posibilidades de un debate doctrinal público y regular (nótese que la noticia emplea el preciso adjetivo ‘doctrinal’, no el más genérico ‘teológico’), puede darnos una idea de que quizás haya llegado el momento de que las ‘grandes iglesias’ cristianas:
se dispongan en serio para un ejercicio de transparencia pública al que no han estado acostumbradas durante el tiempo de su predominio social en muchos países occidentales.
Es moneda corriente afirmar que la sociedad no tiene interés hoy día en las iglesias institucionales tradicionales. Aunque esto sea verdad, quizás sólo sea una cara de la verdad. La otra cara podría ser que las iglesias mismas se han acostumbrado tanto a un modus operandi enclaustrado (auto-suficiente), que han acabado por secuestrar la esencia de su ser y de su mensaje a la propia realidad pública, lo cual pagan ahora con la indiferencia de ésta.
Vivimos días en los que la sociedad española, testigo sufridor de una enorme crisis agudizada por una trama de corrupción basada en la concentración de poder político y económico, demanda transparencia real y no solo formal. E independientemente de que Podemos o Ciudadanos alcancen el éxito o fracasen en el propósito de contribuir a una democracia real, esta sociedad española va a seguir demandando mucha más transparencia de todas sus instituciones públicas y privadas. Es más, está demandando ya que las instituciones –también las iglesias– tomen conciencia de las enormes posibilidades de transparencia y participación que ofrecen las tecnologías de información y comunicación. Y si alguien cree que la economía –el pan y el circo– es lo único que interesa a esta sociedad, quizás se lleve una bofetada en las próximas elecciones. Y a veces pienso que también las iglesias y los creyentes compartimos esta creencia, justificando así nuestra falta de audiencia pública y así también con-formándonos [sic.] a ella.
En todo caso, tomar conciencia de la necesidad de ejercer transparencia de modo regular y sistemático por medio del gran potencial tecnológico hoy disponible, así como aprovecharlo para una participación plena de los fieles y de simpatizantes o simples interesados (aunque sea a distinto nivel), no sólo puede alterar la percepción que los escépticos tienen sobre la religión institucional, sino que también puede alterar (y quizás deba) la estructura organizativa u orgánica de las propias iglesias.
Pero de esto mejor hablamos otro día.
* Fuente: EPNN