Sínodo de la Iglesia Protestante Unida de Francia
Le Lazaret, Séte, 14-17 mayo 2015
Nuestra Iglesia (IEE) participa de este Sínodo en calidad de invitada, aunque las relaciones fraternas que nos unen a esta iglesia se inscriben en la historia con lazos muy fuertes. Fue la Iglesia Reformada de Francia la que promovió y continuó el trabajo de la Misión Francesa del Alto Aragón, que acogió a los refugiados españoles protestantes de la Guerra Civil con una fraternidad que superó todos los modelos actuales de política migratoria.
Este es el segundo Sínodo que se convoca desde la unión de las iglesias reformadas y luteranas en prácticamente todo el territorio francés, la nueva Iglesia Protestante Unida de Francia (EPUDF). Este proceso de unidad ha sido históricamente ejemplar y marca todo el protestantismo europeo por la calidad y profundidad de su sinodalidad desde el Sínodo de París en 1559.
Mi experiencia personal de este Sínodo celebrado en el sur de Francia, en Séte, a treinta kilómetros de Montpellier, es sobre todo el esfuerzo de caminar juntos, que es lo que significa Sínodo. Este último debate sobre la bendición ha culminado un proceso de dieciocho meses en el que han estado implicadas las 480 comunidades y las 9 regiones de esta iglesia. Miles de personas han participado de este reflexión para llegar a la declaración que hoy en día comenta toda la prensa.
El tema sinodal era “Bendecir. Testigos del Evangelio en el acompañamiento de las personas y de las parejas” y la documentación facilitada, muy recomendable tiene una clara orientación teológica y pastoral. El presidente de la Iglesia comentaba el propósito del Sínodo y de la iglesia como una etapa más para ser una “iglesia de testigos”. Definía este propósito como la búsqueda de encontrar a nuestros contemporáneos allí donde están para anunciarles el Evangelio. Reconoce el pastor Laurent Schlumberger, actual presidente, que este proceso no ha estado libre de tensiones, pero la cuestión es dar una respuesta a una petición expresa de miembros de la iglesia, de recibir una bendición, que hay que atender desde el Evangelio.
El documento final ocupa cuatro páginas y el comunicado de prensa de la EPUDF señala en concreto el párrafo: “El Sínodo se preocupa a la vez de permitir que las parejas del mismo sexo se sientan acogidas tal como son y de respetar los diversos puntos de vista que atraviesan nuestra Iglesia protestante unida. Abre la posibilidad, para quienes ven en ello una justa forma de testimoniar del Evangelio, de practicar una bendición litúrgica de las parejas casadas del mismo sexo que quieran situar su alianza ante Dios”. Señala el citado comunicado que la bendición es una posibilidad, no un derecho ni una obligación y no se impone a nadie, ni iglesia ni pastor.
El caminar de las iglesias está siempre jalonado de encuentros y desencuentros y especialmente en los temas de controversia es importante dar testimonio de la acogida que se brinda a todas las posiciones. En este particular el Sínodo de la EPUDF ha sido ejemplar, tanto por la profundidad como por la sinceridad de los debates. Ciertamente, como comentaban todos los participantes con los que conversé la tensión ha sido más fuerte en los Sínodos regionales y es necesario ver en detalle como será la reacción de las comunidades locales y las personas que no se encuentran representadas en la decisión sinodal. Lo importante es la búsqueda sincera de todos en dar testimonio del Evangelio, el proceso ha sido cuidadoso, no solo en estos dieciocho meses, sino en los quince años que esta cuestión planea sobre los trabajos de la EPUDF, sin embargo han considerado llegado el momento de tomar una decisión, y como puede leerse en el documento completo de la decisión se ha buscado tener en cuenta la diversidad de la iglesia.
Deseamos las mejores bendiciones a este iglesia hermana y solidaria para la que deseamos las mejores bendiciones en el tiempo que seguirá a este debate. Confiamos en que las buenas bases planteadas y la sinceridad de la búsqueda del Evangelio sostengan todo el caminar que aun les queda en la acogida de las personas y de las parejas.